Con frecuencia, en casi todos los momentos de nuestra vida consciente, conversamos con nosotros mismos. Si el diálogo parte de ideas racionales y se ajusta a la realidad no nos genera problemas. Pero si es absurdo o parte de ideas irracionales e inexactas con respecto a lo real, es posible que nos comporte importantes dificultades, lo que puede ser motivo de estrés y producir trastornos psicopatológicos.
Las ideas absurdas y los diálogos internos erróneos con frecuencia son producto de partir de creencias irracionales. Pero en otras ocasiones es más que el fruto de percibir la realidad de forma equivocada. El error cognitivo se puede dar por exageración y magnificación. Veamos un ejemplo: «Es horrible haberme equivocado», en lugar de: «No me gusta haberme equivocado. Procuraré aprender la lección para no cometer más este error». Aquí, el error en la valoración de la cuestión bien pudiera estar basado en una creencia de perfeccionismo. Hay personas que permanentemente van por la vida con el convencimiento, la autoexigen-cia, de que hay que hacerlo todo bien y, por tanto, es fácil que otorguen una importancia exagerada a sus propios errores.
Aaron T. Beck y Albert Ellis han sido, quizá, los principales precursores de la terapia cognitiva, que se ha mostrado altamente eficaz en el tratamiento psicológico de un gran número de trastornos psicopatológicos. Ambos coinciden en señalar los errores cognitivos como la principal causa de muchos trastornos, y no únicamente de trastornos emocionales o afectivos. No es mi intención hacer una compilación de tesis de la terapia cognitiva, pero sí es importante realizar cierto análisis de los principales errores cognitivos. En relación con éstos Beck menciona los terrenos donde solemos cometer mayores errores:
• visión negativa de uno mismo,
• tendencia a la interpretación negativa de sus experiencias,
• visión negativa del futuro.
En el procesamiento de la información, según este autor se pueden producir las siguientes distorsiones:
• Inferencia arbitraria: avanzar conclusiones sin pruebas que las apoyen.
• Abstracción selectiva: centrarse en un detalle fuera de su contexto, ignorando información.
• Generalización excesiva: elaborar una regla general a partir de hechos aislados.
• Maximización y minimización: errores de significación o magnitud del acontecimiento.
• Personalización: tendencia y facilidad para atribuirse... sin base suficiente.
• Pensamiento absolutista, dicotómico: clasificar las experiencias según una o dos categorías opuestas.
Albert Ellis señala quince tipos de pensamientos deformados como principales errores cognitivos:
1. Filtraje. sólo se ve un elemento de la situación y se excluye el resto. Al no valorarlo dentro de un contexto, los pensamientos negativos alcanzan dimensiones exageradas respecto a lo que realmente son mientras que no se filtran todos los aspectos positivos de la situación.
2. Pensamiento polarizado: insistencia en las elecciones dicotómicas; se tiende a percibir de forma extremista, sin términos medios. Se es bueno o malo, perfecto o fracasado.
3. Sobregeneralización: extraer conclusiones generalizadas a partir de un solo hecho o sin suficiente evidencia. Por ejemplo, si cometemos un error al hacer algo, pensamos que nunca nos saldrá bien.
4. Interpretación del pensamiento: hacer juicios sin conocimiento o información suficiente. La persona adivina lo que los demás sienten respecto a ella: «Se comporta así porque tiene celos» o «Dice esto porque piensa que somos tontos».
5. Visión catastrófica: los pensamientos catastrofis-tas a menudo empiezan con las palabras: «Y si...». Al oír a otro relatar una historia, piensa: «Ysi...», y empieza a preguntarse si esto le podría suceder a él. Los «y si...» pueden dar lugar a una interminable lista catastrófica.
6. Personalización: tendencia a relacionar algo del ambiente con uno mismo. Un aspecto importante de este error cognitivo es el hábito de compararse continuamente con los demás. Se suele interpretar cualquier señal para analizarse y valorarse a sí mismo. La persona cree que lo que hacen o dicen los otros es alguna forma de reacción hacia ellos.
7. Falacias de control: hace referencia a dos tipos de pensamiento. La persona que se cree externamente controlada se siente indefensa e impotente. Otras personas o cosas son los responsables de todos sus actos. En el otro extremo se encuentra la distorsión del que se cree responsable de todo y de todos.
8. Falacias de justicia: se basa en la aplicación, como valor prioritario, de lo justo o injusto a todo acontecimiento. A menudo se expresa con frases condicionales: «Si me quisiera, no lo haría», «Si no lo hace es por...».
9. Razonamiento emocional: lo que uno siente debería ser verdad. Todas las cosas negativas que se sienten deben de ser verdaderas porque así se perciben.
10. Falacia del cambio: supone que una persona cambiará para adaptarse a nosotros si se la presiona lo suficiente. La atención y los esfuerzos se dirigen hacia los otros porque la felicidad se encuentra en conseguir que los demás satisfagan nuestras necesidades.
11. Etiquetas globales: se etiqueta con algún contenido de verdad, pero se generalizan una o dos cualidades de un juicio negativo. Por ejemplo, una persona que rehusa hacer un favor a otro se considera un completo egoísta.
12. Culpabilidad: distorsión muy generalizada basada en la necesidad de encontrar un culpable a fin de sentirse más aliviado. Con frecuencia implica que otro se convierta en responsable de lo que realmente es nuestra responsabilidad o, por el contrario, la persona se culpa a sí misma de todos los problemas ajenos.
13. Los «debería»: tras esa palabra se suele esconder una radicalización del pensamiento y de las actitudes. Las reglas sobre cómo deben ser las cosas y los comportamientos dictan sentencia y lo que se aparta de ellas es inaceptable. Bajo esta distorsión la persona acostumbra a ser fiscal, juez y verdugo.
14. Tener la razón: tener o no tener la razón es el criterio principal por el cual deben regirse las relaciones humanas. Es el valor supremo por encima del cual nada se sitúa. Estas personas nunca se equivocan, pues tienen la razón de su parte. No están interesados en la posible veracidad de una opinión diferente a la suya.
15. Falacia de la recompensa divina: distorsión que lleva a la persona a comportarse siempre «correctamente» para algún día cobrar la recompensa. Con su sacrificio y esfuerzo espera cobrar algún día por ello y se resiente cuando comprueba que la recompensa no llega.
Ciertamente, podemos observar aquí reflejados la mayoría de los errores cognitivos y nos pueden ayudar a identificar los propios y, así, aprender a modificarlos. Veamos un ejemplo muy frecuente, por cierto: recibimos una mala noticia, como que una pareja, amiga nuestra, ha decidido separarse. Es muy frecuente observar que la primera reacción es de más o menos sorpresa y la segunda es la búsqueda del culpable para «colgarlo de un pino o desterrarlo del paraíso». En un segundo estamos haciendo de fiscal, juez y verdugo. Algo así como matar al mensajero. La cuestión es hallar un culpable con el fin de sentirnos mejor.
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