La Inteligencia Emocional

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Otras Habilidades Sociales

Publicado por Gonzalo Hernandez |

Unas habilidades sociales competentes nos permiten la participación eficaz en diversos aspectos de la interacción humana. Como seres sociales, adquirimos la mayoría de nuestros repertorios sociales mediante la imitación, el ensayo y error, y las instrucciones, en general poco estructuradas, de los mayores. Debido a esto, por regla general, se aprende y se practica o no se aprende o no se practica alguna o varias habilidades. De ahí la necesidad de un aprendizaje y un entrenamiento estructurado. El uso del término «habilidades sociales» favorece la idea de que estas competencias pueden y deberían enseñarse de forma sistemática, utilizando las técnicas y los principios del aprendizaje. La enseñanza de habilidades sociales no sólo tiene una demostrada eficacia en el tratamiento de déficit, sino también en la prevención de ciertos déficit y del desarrollo de ciertos cuadros psicopatológicos (ansiedad, fobia social, depresión, toxicomanías y esquizofrenia). El niño socialmente hábil tiene mayor capacidad para desarrollarse en el complejo mundo social. Así, la enseñanza de habilidades sociales no debe considerarse exclusivamente como una estrategia terapéutica y debe aplicarse como una estrategia preventiva.

Existen varios programas al uso para la enseñanza de habilidades de demostrada eficacia:

• Presentarse y presentar a otra persona.

• Iniciar y mantener una conversación.

• Hacer y recibir cumplidos.

• Disculparse y pedir perdón.

• Presentar una queja.

• Dar una negativa o decir «No».

• Pedir un favor y pedir ayuda.

• Preguntar «Por qué».

• Solicitar un cambio de conducta.

• Defender los propios derechos.

Presentarse y presentar a otra persona

Cuando sabemos presentarnos y presentar a otra persona incrementamos la posibilidad de establecer nuevas relaciones con otros. Es una habilidad importante para establecer nuevas relaciones y amistades. II hecho de mencionar nuestro nombre o de dar infoi mación sobre nuestra procedencia o intenciones o la de otras personas facilita enormemente la relación S» > cial. Hay que aprenderlo y practicarlo. Es frecuente la ausencia de esta habilidad social, mayoritariamente entre niños y jóvenes, pero también entre adultos. Para la adquisición de este aprendizaje, como para todas las habilidades sociales, es útil la práctica en sesiones de entrenamiento de diversos papeles mediante escenificación de las distintas situaciones (roleplaying).

El contacto ocular, los gestos de la cara, las manos y los brazos, la postura que adoptemos y la distancia a la que nos hallemos respecto de la otra persona serán factores que deberemos tener en cuenta ante una presentación. Así pues, mirar directamente a los ojos de la otra persona facilitará la presentación, así como tenerla suficientemente cerca como para darle la mano o dos besos si es oportuno. Exactamente lo mismo para presentar a otra persona. Así pues, en el hecho de presentarse o de presentar a otra persona tienen especial relevancia las habilidades de comunicación no verbal a las que con anterioridad nos hemos referido.

Iniciar y mantener una conversación

La conversación es el vehículo que usamos para intercambiar información entre las personas y es una habilidad que se suele adquirir a lo largo de nuestro desarrollo. Sin embargo, no todo el mundo tiene la misma facilidad para hacerlo.

Una conversación comprende tres fases: el inicio, el mantenimiento y el fin. El inicio de una conversación suele pasar por la presentación, el saludo o la pregunta; cualquiera de ellos pone en marcha el motor de la conversación. Para mantener una conversación se deben tener en cuenta tres aspectos: la escucha atenta de lo que dicen los demás, el planteamiento de preguntas abiertas y nuestra intercalada intervención con la explicación de nuestras experiencias y opiniones. Las preguntas abiertas son aquellas que permiten una respuesta amplia, mientras que las cerradas únicamente permiten una respuesta de pocas palabras e incluso respuestas monosilábicas. Así, no es lo mismo preguntar por las preferencias musicales del interlocutor que preguntar si le gusta tal o cual músico. Nuestras intervenciones deben permitir las suyas al otro y deben ser, por tanto, limitadas en su duración. Por último, por regla general, es importante saber ofrecer información personal y no mostrarnos como armarios, centrando toda la conversación en el otro.

Hacer y recibir cumplidos

Cuando alguien nos hace un cumplido, o sea, cuando nos dice algo positivo sobre nosotros, solemos sentirnos bien, y cuando hacemos un cumplido a alguien posibilitamos que esa persona se sienta bien y a su vez conseguimos sentirnos bien nosotros. Saber decir de forma adecuada y sincera y en el momento oportuno aquello que de positivo vemos en los otros suele tener un efecto positivo, tanto en el que se expresa como en su interlocutor.

Cuando se practica el hacer cumplidos se genera un entorno agradable que facilita la relación y la interacción con los demás. Del mismo modo, se suele facilitar el hecho de que los demás, a su vez, aumenten este tipo de intercambios. Así pues, es importan le aprender a recibirlos. Por regla general, no debe res ponderse devolviendo el mismo cumplido. Entrena] se para diversas situaciones previsibles, aunque sea ante el espejo, puede facilitarnos el hecho de familiarizarnos con situaciones de este tipo y, por tanto, responder más fácilmente. Los cumplidos pueden referirse a la forma, haciendo referencia a aspectos externos como el vestido, el peinado, los complementos o los utensilios, o al fondo, es decir, a lo que se ha hecho o dicho y a la presencia o existencia.

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