La Inteligencia Emocional

Sitio dedicado al estudio de la inteligencia emocional. Guía para mejorar nuestra salud mental y sicológica, disminuir el estres, aumentar la felicidad y el bienestar.

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Entrenamiento Emocional

Publicado por Gonzalo Hernandez |

Porque existe la necesidad del entrenamiento emocional


La evolución tecnológica de las sociedades humanas ha sido espectacular en los últimos años. Y cada día este progreso se acelera. Los cambios se producen cada vez con màs rapidez, y muchas veces dan la impresión de que aveces no estamos psicológicamente preparados para asumirlos. Existe una idea más o menos generalizada de que los métodos educativos, el conjunto de conocimientos, valores, y actitudes de que disponemos y que utilizamos para enseñar a nuestros menores, no siguen una evolución paralela como deberìa, y de que ésta es una de las causas de que cada día se perciba una mayor conducta agresiva en los jóvenes, mayor consumo de sustancias tóxicas, mayor abandono prematuro de los estudios, mayor cantidad de trastornos psicopatológicos y de más amplia variedad y, en resumen, un mayor sufrimiento. Podríamos decir algo así como que cada día que pasa estamos más lejos del objetivo de los seres humanos: el bienestar físico y psicológico. Si la civilización moderna a pesar de que nos proporciona tantas ventajas y comodidades no ha logrado un mayor grado de felicidad, individual y social, que la que existía o existe en sociedades mas primitivas, entonces debemos poner en duda el valor de los objetivos de esta civilización y de sus bases actuales. En tal caso estamos obligados a replantearnos nuestros objetivos vitales y a buscar nuevas orientaciones más acordes con esos objetivos, más humanas y éticas.

En el tiempo que corre, muchas personas, entre ellas, muchos especialistas, se plantean dudas en relación con la agresividad de nuestra sociedad, principalmente ante ciertos comportamientos protagonizados por niños y jóvenes. Se busca rápidamente al culpable. Últimamente los culpables de la violencia son los juegos de rol, los videojuegos y/o los dibujos anime japoneses, y se realizan investigaciones exhaustivas sin resultados claros. Se interroga sobre la influencia de los medios de comunicación, y de la posible exageración de éstos bajo la clara manipulación informativa, que la hay. Todo eso se plantea en relación con unas emociones que como la cólera, la ira o la rabia, conducen a unas conductas que podrían alertarnos directamente, y quizá por ello nos preocupamos más que en otros casos. Pero las emociones que nos afectan son también muchas otras. A menudo se olvida que, la ira, la cólera y la rabia, como las otras emociones, son consustanciales a nuestro género humano. Así, el comportamiento agresivo o violento es del todo previsible. La influencia de lo exterior siempre es mayor cuanto menor es la educación emocional. Quiza recordemos a aquel niño que se lanzó a volar, tirándose por la ventana tras el estreno de una película con Superman como protagonista, y otros similares. No deben buscarse culpables de tales hechos. Para justificarlo, y con ello quedarnos más tranquilos, no es necesario recurrir a algo tan puntual y, no por triste, banal como echar la culpa solo a la película y al hecho de que ese menor la haya visto. Cierto es que somos influenciables, pero todo es más sencillo: nos hace falta una mejor educación emocional. Del mismo modo nos referimos a las demás emociones y sentimientos.

Aveces nos sentimos prisioneros de nuestras propias emociones sin que podamos manejar nuestra vida ni sepamos cómo hacerlo. Los humanos estamos, emocionalmente hablando, poco menos que en la prehistoria. No hemos caminado mucho más allá que de la acción-reacción por varias y vanadas razones. Uno de los principales motivos, seguramente, ha sido el hecho de no saber cómo aprender, cómo conseguir esa necesaria libertad emocional y cómo liberarnos de las prisiones y tiranías en las que en muchos casos se convierten nuestras emociones y sentimientos. Pero hoy está a nuestro alcance el conocimiento para la mejora en la libertad emocional. Entendiendo esa libertad emocional como un valor, su ejercicio nos reporta una inmensa esperanza de cambio. El objetivo de este blog es precisamente, poner sobre la mesa algo de ese conocimiento.

8:53

La versatilidad cerebral

Publicado por Gonzalo Hernandez |

Hace unos cuantos años, cuando quien escribe frecuentaba como alumno las aulas universitarias, a menudo se oían lamentaciones, por parte de algunos expertos, del poco conocimiento que era posible tener del cerebro. «El cerebro —decían— es un órgano que, a diferencia de otros, se muere n

ada más tocarlo y así no se puede estudiar su interior en ningún animal y, por tanto, aparte del córtex, es decir, la zona más externa, se conoce muy poca cosa.» Afirmaciones como ésta daban pie a una alta mitificación de este órgano ya de por sí complejo y misterioso. Era curioso oír decir, por parte de algunos atrevidos, aquello de que los seres humanos únicamente utilizamos el 10 % de nuestro cerebro. Siempre fue una incógnita saber cómo averiguaban el tanto por ciento de algo de lo que se desconocía su totalidad. Pero todo ello contribuía aún más a elevar a rango casi divino el desconocido cerebro.

En 1988 vio la luz una obra fundamental para todos aquellos interesados en el tema: La felicidad, de J. M. R. Delgado. Entre sus enseñanzas recuerdo la afirmación de que «la biología no determina el comportamiento, pero el comportamiento sí puede modificar la biología»,1 lo que, en un momento y en un entorno en el que imperaban las teorías e ideologías exclusivistas sobre la importancia de la biología, representaba una luz, una esperanza para aquellos que creíamos en la posibilidad y capacidad de los seres humanos de cambiar. Las opiniones de Delgado corroboraban y nos animaban a seguir creyendo en aquello que a pocos se les oía decir en voz alta: que las posibilidades de cambio y mejora de los humanos son importantes. Muchos estudios ponen de manifiesto diversas diferencias que se producen en los seres humanos, pero eran, y aún son, frecuentes las conclusiones e interpretaciones de los resultados de tales estudios que atribuyen, de forma exclusiva, estos cambios al determinismo biológico. Así, por ejemplo, algunos estudios constataban el fracaso de ciertos tratamientos psicológicos en jóvenes diagnosticados de un trastorno disocial o con una personalidad antisocial. Estos estudios concluían con frecuencia remarcando el predominio de lo genético y el determinismo de lo biológico en el ser humano, sin plantearse la calidad, la oportunidad o la idoneidad de esos tratamientos psicológicos. No se cuestionaban que tal vez otros tratamientos más adecuados o más prolongados en el tiempo podrían ser más eficaces, y a menudo extraían conclusiones determinantes y excluyentes. Algo así como afirmar que si este o aquel estudio no demuestran la eficacia de un determinado tratamiento psicológico, entonces los tratamientos psicológicos en general no son eficaces en tales casos. Hoy en día no se cuestiona la eficacia de los tratamientos psicológicos.

Algunos estudios que muestran las diferencias cerebrales existentes entre distintos grupos humanos atribuyen indefectiblemente estas diferencias como causa, y no como efecto, de los distintos comportamientos entre ellos. Así, se ha afirmado que las estructuras cerebrales de tal o cual grupo humano son diferentes de las de tal otro grupo, y ésa la causa de las diferencias que se observan entre ellos. La otra interpretación posible, sin embargo, es que (ales diferencias son debidas al ejercicio de diferentes se observa un mayor desarrollo de las áreas donde se encuentran los centros más relacionados con las emociones. Por el contrario, en los hombres este mayor desarrollo se observa en las áreas relacionadas con la conducta. Y se concluía: por eso los hombres van a la guerra y descargan camiones, y las mujeres son maestras y enfermeras. Bien pudiera ser que en alguna medida las diferencias estuvieran relacionadas con la práctica, es decir, que ésta fuera la causa, y no el efecto. Suele tener mayor masa muscular del bíceps aquel que más lo ejercita, aun teniendo en cuenta las nal males diferencias, tanto individuales como de género.

8:51

El «dictado» genético y las posibilidades de cambio

Publicado por Gonzalo Hernandez |

Durante cientos de años se ha creído que el factor genético dictaba la formación y el desarrollo del cerebro humano, y que este dictado era fijo v monolítico. El desarrollo del cerebro es un proceso versátil, val iable y no constante, y se realiza en función del ambiente en el que se desenvuelve. Bien es cierto que el concepto de «ambiente» es amplio y complejo, y hay que i onside-rarlo como tal ya desde el seno materno, que representa un ambiente cuyos cambios pueden ale» tai al desarrollo del cerebro del feto. Citado poi Mora, Rose señala que «embriones con la misma carga genética (gemelos univitehnos) que ocupan diferentes ambientes en el útero materno sufren cambios diferentes en el desarrollo de su cerebro». Mora hace referencia a un «estudio de Andersen* en el que mediante la técnica de Tomografía por Emisión de Positrones se observa cómo la morfología externa de la corteza cerebral de varios gemelos univitehnos, es decir, con la misma carga genética, era diferente, lo que nos confirma la poderosa influencia del entorno en el que vive el ser humano para formar su cerebro». Ycon-cluye Mora citando a Kandel:' «Este y otros estudios fundamentan la idea de que no sólo durante el proceso de crecimiento o desarrollo, sino durante toda la vida, el cerebro cambia constantemente su bioquímica, anatomía y fisiología, y conforma las bases de la singularidad e individualidad del ser humano». Para ilustrar la interdependencia de lo genético con el entorno concluiremos con el ejemplo del pastel. La genética sería la harina. La figura no está en la harina (genética), sino en el modelado constante del entorno sobre la harina, sin la cual, por otra parte, no habría pastel.

Como dice Delgado, «hay genes que favorecen la felicidad», pero, por lo que sabemos hoy, no hay genes que impidan aprender a mejorar. Las posibilidades de cambio, de aprendizaje, de entrenamiento y de mejora de todos nosotros están ahí.

Cierto que no a todas las edades existen las mismas facilidades; en algunos períodos la adquisición de ciertas habilidades se realiza con mayor facilidad. Los períodos de mayor capacidad de aprendizaje son los de la infancia, durante la cual se realizan los aprendizajes más complejos en la vida del ser humano, y la adolescencia, mientras que los períodos de mayor creatividad se suelen dar en la juventud. Pero no hay razón alguna que impida cambiar en cualquier edad.

Los rasgos de temperamento de los seres humanos, a menudo, han sido contemplados desde una perspectiva bimodal: o se es inquieto o se es tranquilo. Lo mismo suele afirmarse de muchos otros rasgos: introversión/extraversión, impulsividad/autocontrol, etc. En ciertos casos se pueden aprender e interiorizar formas distintas de comportamiento, formas de comportamiento opuestas, que no incompatibles, que nos permiten actuar, comportarnos y ser diferentes en distintos momentos de la vida. La mayoría de los problemas psicológicos de las personas se derivan más de lo que no somos, de lo que no sabemos, que de lo que somos, y menos aún de por qué lo somos. Evidenlemenle somos como somos debido a alguna razón. Siempre es y ha sido así; esto está claro. Sin duda este hecho tiene relevancia e importancia, pero de ninguna manera nos incapacita para aprender. Los problemas humanos se solucionan aprendiendo. Aprendiendo nuevos repertorios: el que es un incontrolado puede aprender a controlarse, el que habla demasiado puede aprender a contenerse, callar y escuchar, el antipático puede aprender a ser simpático. En otras palabras, todo ser humano puede aprender a estarse quieto, incluso aquel que pudiera ser diagnosticado de hiperactivo nada más nacer. Como decía Konrad Lorenz, «vivir es aprender». Vivir es aprender a ser más feliz. Ese, y no otro, es el objetivo vital de todos los seres humanos.

8:48

Los propósitos de la educación emocional

Publicado por Gonzalo Hernandez |

El objeto de la educación es formar seres aptos para gobernarse a sí mismos, y no para ser gobernados por los demás. H. Spencer

En su reciente libro El reloj de la sabiduría Mora subraya el hecho de que «el cerebro se hace día a día en su interacción con el medio ambiente». Con el tiempo, pensamos, creemos, sentimos, nos comportamos y nos comunicamos de forma distinta. Recuerde y compárese consigo mismo cuando tenía 15 años. Ese es el cambio que podemos hacer. No se trata, pues, de cambiar como quien le da la vuelta a un calcetín. Nuestra capacidad de cambio no tiene límites conocidos. De ello se trata cuando hablamos de educación emocional: de cambiar en el sentido de tener una mejor salud psicológica, de ser, y no sólo estar, más felices.

No descubrimos nada nuevo cuando afirmamos que los problemas psicológicos de la población van en aumento, y de forma muy especial entre los jóvenes y adolescentes. El incremento de los problemas de convivencia, tanto en los hogares como en las escuelas, así como el aumento del número de personas con sufrimiento psicopatológico debe atribuirse, al menos en parte, a la falta de una preparación psicológica adecuada. Aunque no es necesario recurrir al argumento de si estamos bien o mal, o mejor o peor, para justificar la intervención en educación emocional. Esta se justifica simplemente por el lícito e inmemorial deseo


de mejora de los seres humanos. La mayoría de los seres humanos buscan y han buscado conl¡unamente la felicidad, pero los procedimientos hechos v la interpretación de la realidad lian dille ultado esa búsqueda.

Está demostrado que el aprendizaje y el entrenamiento de ciertas estrategias, habilidades y técnicas cognitivas, condue males, de autocontrol emocional y de interacción social es eficaz en el (i atamiento de un amplio abanico de trastornos psicopatológicos, tanto en la población infantil como en la adulta a moveremos más adelante, este con junio de recursos rea-grupados en un programa también se ha mostrado eficaz en la prevención y mejora de la educación emocional y de la salud psicológica de una poblacion general, es decir, no clínica.

La educación emocional tiene un objetivo dotar al individuo de recursos y estrategias < class="font29">de Interacción social que le permitan tener un mayor control de la presión, interna y externa, y así evitar que se traduzca en estrés, prevenir daños y mejorar su salud |>sm ologica. Cuando hablamos de aprender y pra< class="font27">refetecia a disponer de

una autoestima más alta, de un buen aul.......trol, tanto

de la conducta como de las emociones, de un pensamiento positivo y de unas adecuadas mI.u iones interpersonales. Dicho de otro modo, tiene básii ámenle una función preventiva y mejoradora de los estados emocionales mediante el aprendizaje, entrenamiento y práctica de recursos y estrategias para amortiguar y minimizar las emociones excesivas o excesivamente negativas y para promover y aumentar la presencia de las positivas. Y hoy sabemos qué y quién debe abordar esta tarea, y dónde, cómo y cuándo se tiene que hacer. El qué y, principalmente, el cómo los iremos analizando a lo largo de este sitio.

Únicamente nosotros podemos llevar a cabo nuestro propio entrenamiento emocional. Nadie puede sustituir esta tarea. ¿Dónde y cuándo?: aquí y ahora. La vida es hoy, pues ayer ya pasó y lo que sentiremos mañana, entonces, y no ahora, lo podremos decidir. Como iremos viendo en páginas posteriores, ahora podemos decidir cómo sentirnos. Cada uno de nosotros, hoy y aquí, puede decidir si aprender y practicar o no.

8:47

Los paradigmas de la felicidad

Publicado por Gonzalo Hernandez |

No está la felicidad en vivir, sino en saber vivir. D. Saavedra Fajardo

La felicidad es un sentimiento, un estado de ánimo caracterizado por emociones de satisfacción, agrado y placer. Somos felices cuando nos sentimos bien con nosotros mismos y con nuestro entorno. La felicidad puede considerarse como una situación psicológica que proporciona sensaciones placenteras y que modula de manera agradable y positiva la recepción y la interpretación de los impulsos recibidos del entorno, del almacenaje de la memoria o de los propios receptores corporales.' Entre las personas que suelen definirse como felices o relativamente felices y aquellas que no se autoclasifican así se observan algunas diferencias de forma bastante constante. Veamos estas diferencias.

8:45

Autoestima

Publicado por Gonzalo Hernandez |

Las personas más felices suelen tener una autoestima más alta, una buena autoestima, entendiendo por tal el valor emocional, el aprecio y la consideración que nos damos a nosotros mismos, a nuestra identidad. Estimarnos es, además, sentirnos responsables ante nosotros mismos, aceptar la responsabilidad de nuestros actos y aceptar que nuestra conducta depende de las elecciones que tomamos y no de circunstancias externas. La autoestima se forma progresivamente a lo largo de la vida del individuo y ya desde la edad temprana. Fundamentalmente son tres los elementos básicos en su formación:

• la valoración que realizamos de cómo nos va la vida con relación a lo que esperamos, a las expectativas;

• la información que nos llega de los demás, tanto de los adultos (padres, profesores), en los primeros años, como de los compañeros y amigos a partir de los 9 o 10 años;

• el estilo cognitivo mediante el que nos evaluamos, es decir, si somos capaces de reconocer en nosotros aspectos positivos o no. Es el juicio interno que tenemos de nosotros mismos. La capacidad de conceptualización aumenta con la edad y de ahí que la manera de autoevaluarnos también esté así mediatizada. Los pequeños valoran en primer lugar los aspectos físicos, luego lo que poseen, posteriormente sus habilidades y por último, ya de adolescentes y adultos, las características personales en términos abstractos.

Los aspectos más relevantes sobre los que solemos evaluarnos son:

a) Como persona integrante de una familia: los seres humanos necesitamos sentirnos aceptados, valorados, ayudados y queridos. Acostumbran a bajar la autoestima la culpabilización, el rechazo, el abandono y la falta de demostración afectiva.

b) Como individuo productivo: sea en la vida académica o en la laboral nuestras expectativas deben ser realistas y alcanzar un satisfactorio nivel de realización.

c) Como individuo social: necesitamos la valoración, el aprecio, la aceptación y la estima de nuestros iguales. Necesitamos experimentar sentimientos positivos en la relación social.

d) Como individuo físico: tanto la apariencia como las habilidades físicas conforman la imagen corporal, lo cual es un elemento importante entre los aspectos que se suelen integrar en la autoestima.

Autocontrol de la conducta

Las personas más felices suelen tener un mejor autocontrol de la propia conducta, es decir, llevan a cabo con mayor frecuencia a buen término aquello que se proponen. Tienen una mayor capacidad de esfuerzo y una mayor constancia en él. Algunos ejemplos de falta de autocontrol de conducta son: cuando nos proponemos levantarnos a las 8 y lo hacemos a las 9, o el estudiante que continuamente se propone estudiar más y después no lo hace, o aquella persona que se apunta a un gimnasio y después no va nunca. Otro ejemplo más: el de aquel que llega tarde y cansado a casa y es capaz de cenar sin agua, aun cuando quiere beber, con tal de no levantarse de la silla. En todo caso es importante subrayar los cuatro aspectos que dificultan la mejora del autocontrol:

1. La falta de unos adecuados hábitos generales de esfuerzo y constancia.

2. La impulsividad, es decir, el hábito de actuar sin evaluar las consecuencias, ni a corto ni a largo plazo, del propio comportamiento y de sus diferentes opciones.

3. Los pensamientos negativos que suelen tener los menores (y en algunas ocasiones los mayores) en el preciso momento de realizar el esfuerzo o ponerse a hacer aquello que tanto les cuesta.

4. Las creencias comunes en nuestra sociedad en relación con el esfuerzo, el trabajo, la perseverancia, etc. Parece que del mismo modo que está muy extendida la idea de que «si soy más rico, seré más feliz», también lo está la idea de que «es terrible tener que esforzarse» o la de que «esforzarse es de desgraciados». Sin embargo, también juegan en contra de la mejora del autocontrol las creencias sobre lo tremendamente positivo que será obtener lo que uno desea. En ocasiones, el menor se debate entre lo celestial y fantástico de poder hacer o tener esto o aquello y el horror, lo infernal, de no poder tenerlo o hacerlo. «Si lo quiero, lo tengo que tener (o poder hacer). Es absolutamente insoportable que no sea así.»

El autocontrol de la conducta está relacionado con la autoestima directa e indirectamente, y depende, al menos en parte, del tipo de lenguaje que empleamos con nosotros mismos. El autocontrol de la conducta es de suma importancia en el proceso evolutivo de las personas.

Autocontrol emocional

Las personas más felices suelen disponer de un mejor autocontrol emocional, es decir, de un estado de ánimo alto y estable. No pierden el control con facilidad, no se suelen ver afectadas por los pequeños acontecimientos de la vida cotidiana y no tienen un sufrimiento emocional excesivo. Sus sentimientos y emociones son más estables y su estado de ánimo menos variable. No suelen sufrir por lo que no pasa y, por lo general, no anticipan acontecimientos. En estas personas se da menos el sufrimiento por exceso de ansiedad, tristeza, rabia, angustia, ira o cólera.

A efectos prácticos, diferenciamos el autocontrol de la conducta del autocontrol emocional, aunque ambos suelen incluirse dentro del mismo concepto de «autocontrol», para aprender y llevar a cabo el entrenamiento en los aspectos más característicos de cada uno de ellos. Ambos están muy relacionados con el pensamiento. Las formas de percepción y expresión inadecuadas, como las muestras de ira o frustración extremas, pueden motivar problemas de relación. De la misma manera, los grados elevados de ansiedad y tensión pueden interferir en el rendimiento laboral o académico. El exceso de tristeza, angustia o rabia también tiene sus consecuencias sobre la autoestima o la relación con las otras personas.

Con frecuencia suele confundirse el autocontrol emocional con la represión de las emociones al estilo de «los hombres no lloran». Nada más lejos de la realidad, pues las emociones están ahí, tan humanas y naturales en el individuo. Disponer de un buen autocontrol emocional implica estabilidad, control de las circunstancias estresantes. Las experiencias estresantes están causadas muy especialmente por nuestros pensamientos, por la percepción que tenemos de los acontecimientos, aunque también por nuestro cuerpo y nuestro entorno: los ruidos, los horarios, las exigencias que representan las relaciones interpersonales o multitud de presiones y amenazas que debemos soportar sobre nuestra seguridad y autoestima. El estrés fisiológico se da en momentos difíciles como la adolescencia, los accidentes, el envejecimiento y nuestra forma de reaccionar ante los peligros, las demandas y los problemas. Las experiencias estresantes procedentes de nuestro pensamiento dependen, engran medida, de los hábitos mentales, de nuestro estilo cognitivo.

Estilo cognitivo

Las personas más felices acostumbran a tener un estilo cognitivo más positivo. Con mayor facilidad y frecuencia ven los aspectos positivos de los acontecimientos o de los comportamientos ajenos o propios. No tienen por costumbre adelantar mentalmente acontecimientos negativos. No suelen tener pensamientos negativos, catastróficos, desproporcionados o exagerados. En términos generales, no acostumbran a lamentarse de haber exagerado negativamente ciertas situaciones o comportamientos. El Articulo 4 está especialmente indicado para la mejora dé las habilidades cognitivas, que a su vez son de suma importancia tanto para tener o no una alta autoestima, un buen control de la conducta y emocional como para mantener buenas relaciones con los otros.

Relaciones con los otros

Por último, las personas más felices mantienen más y mejores relaciones con las otras personas, tanto en la cantidad como en la calidad. Son personas que acostumbran a estar cómodas ante otros, aunque sean desconocidos, no suelen tener conflictos, expresan con facilidad sus sentimientos y saben defender sus derechos y respetar los de los demás. No podemos decir que tenemos una buena relación con los demás, dado que en el último mes no hemos tenido ningún conflicto, si no hemos salido de la habitación.

Pensamientos y cogniciones

Posiblemente la palabra «pensamiento» no esté bien ubicada en este contexto. Queremos hacer referencia a toda aquella información que de una manera u otra circula por nuestra cabeza. Son las cogniciones. El estudio de la cognición o, simplemente, del pensar ha avanzado increíblemente en los últimos años. Es importante diferenciar los procesos cognitivos de los cognoscitivos, pues en estos últimos el individuo es consciente de lo que sabe mientras que en aquéllos el ser consciente no es una condición necesaria. Es posible, dice LeDoux, tener un sentimiento emocional sin ser consciente del estímulo que lo provoca.

Algunas de las cogniciones son los pensamientos racionales, los pensamientos automáticos, las imágenes, las percepciones, las interpretaciones, las valoraciones y las creencias, sean racionales o no. Son las cosas que pensamos.

8:43

Sentimientos y emociones

Publicado por Gonzalo Hernandez |

Tradicionalmente se ha distinguido entre sentimientos y emociones, y a su vez entre sentimientos positivos y negativos y emociones positivas y negativas. En el Diccionario de la lengua española de la Real Academia de la Lengua, en su vigésimo primera edición, se define emoción como «estado de ánimo producido por impresiones de los sentidos, ideas o recuerdos». La palabra sentimiento viene definida como «acción y efecto de sentir o sentirse» y la palabra sentir, en su forma sustantiva, como «sentimiento del ánimo» y, como verbo, entre varias acepciones viene definida como «experimentar sensaciones producidas por causas externas o internas». Son las cosas que sentimos. Las reacciones emocionales son los mecanismos que ponemos en marcha para mantenernos vivos. Las reacciones emocionales aparecen de forma automática, en cualquier animal, incluso en los unicelulares. Los seres humanos podemos ser conscientes de estas reacciones emocionales. La sensación consciente de la reacción emocional es el sentimiento.

Las sensaciones y los estados de ánimo placenteros son los considerados positivos, y aquellos asociados al sufrimiento y al dolor emocional, los aversivos, son los considerados negativos. Todos ellos son, sin duda, consustanciales con el género humano. A continuación presentamos algunos ejemplos de sentimientos y emociones:

Ira: rabia, agresividad, enojo, resentimiento, cólera, furia, exasperación, indignación, acritud, animosidad, irritabilidad, hostilidad, rencor, tirria y, en caso extremo, odio.

Tristeza: pena, desconsuelo, melancolía, autocompa-sión, desesperación, pesimismo, desaliento, soledad, desánimo, aflicción y, en caso patológico, depresión.

Miedo: temor, ansiedad, tensión, preocupación, inseguridad, angustia, terror, inquietud, nerviosismo, incertidumbre, desasosiego, consternación, pavor y, en casos patológicos, fobia y pánico.

Alegría: satisfacción, felicidad, tranquilidad, contento, diversión, euforia, deleite, dignidad, placer sen-

CONDUCTAS-ACTIVIDADES



Actividades laborales Actividades formativas Actividades deportivas Actividades lúdicas Actividades culturales Relaciones familiares Relaciones sociales Relaciones de pareja

Marcarse y priorizar objetivos reales Resolver problemas Tomar decisiones Aprender habilidades específicas de cada actividad

Habilidades de interacción Comportamiento asertivo Habilidades de comunicación Habilidades sociales Derechos personales Habilidades de negociación Valores: respeto, tolerancia, empatia, honestidad, etc.

PENSAMIENTOS-COGNICIONES



Pensamientos racionales<^

Pensamientos automáticos

Imágenes-percepciones Valoraciones -

Interpretaciones -Creencias -=C

■ Racionales

■ Irracionales

Prácticas pens. positivo Detener pens. negativos

1. ¡Parar de pensar!

2. Relativizar

3. Sustituir: pasarse «película» positiva

4. Cambiar de actividad Identificar creencias irracionales y

sustituirlas por otras más racionales Afrontamiento positivo Técnicas de inoculación del estrés

SENTIMIENTOS-EMOCIONES



Sentimientos positivos

Emociones positivas

Sentimientos negativos

Culpabilidad


Inseguridad


Inferioridad


Insatisfacción


Fracaso


Desilusión


Desesperanza


Emociones negativas

Miedo


Angustia


Tristeza


Ansiedad


Cólera



Y lo que pensamos, lo que «pasa por nuestra cabeza», conscientemente o no, voluntariamente o no, depende de nuestro estilo cognitivo y de cómo nos va la vida.

El estilo cognitivo, en un momento determinado, depende de lo que hemos aprendido a percibir, de la evaluación perceptivo-sensorial, emocional o racional que hemos ido adquiriendo a lo largo de nuestra vida y, también, del temperamento, de la transmisión genética de ciertas cogniciones primarias que nos hace diferentes de nuestros semejantes. Si hay un componente genético en las emociones y éstas dependen de las cogniciones cabe concluir que existe una transmisión genética de ciertas cogniciones primarias. A partir de ahí, vamos elaborando y modelando nuestro estilo cognitivo en función de lo que aprendemos, ya sea por la propia experiencia directa, y las conclusiones que de ella extraemos, o por la transmisión que recibimos de otras personas. De sociedad a individuo, de padres a hijos, de adultos a menores, se produce una transmisión importante de formas de pensar y evaluar la vida.

Reconocimiento y expresión de sentimientos

Autoobservación

De todas las habilidades psicológicas, la autoobservación es la habilidad básica en cualquier programa de autoayuda. Estos programas suelen dar por supuesto que las personas sabemos cómo autoobservar nuestros sentimientos y conductas. Pero la realidad en muchos casos es otra, pues a la falta del hábito hay que unir las dificultades para identificar las emociones y sentimientos, aunque sólo sea por no haber aprendido a hacerlo.

La alexitimia es la incapacidad o dificultad de algunas personas para reconocer y/o expresar sus propios sentimientos y emociones. Se suele relacionar con un gran número de trastornos mentales y es reconocida por los especialistas como un factor dificultador en los tratamientos psicoterapéuticos. Algunas personas se sienten incómodas ante los sentimientos, sean los propios o los ajenos. Probablemente la parte más difícil de la comunicación es la expresión de las emociones y los sentimientos. Sin embargo, cuando aprendemos a expresar nuestros sentimientos y emociones facilitamos a los demás que nos comprendan y puedan empatizar con nosotros, y como consecuencia influiremos más en ellos.

Sin duda, queremos sentirnos bien, y esto implica aprender a observar cómo nos sentimos y, por tanto, qué percibimos y cómo lo hacemos. La habilidad para reconocer y expresar emociones y sentimientos es imprescindible para el logro de nuestro bienestar, pues mejora nuestra autoestima y nos ayuda a mejorar nuestra relación con los demás, al tiempo que nos proporciona una mayor estabilidad emocional.

A menudo sabemos definir nuestro estado de ánimo, a pesar de que en ciertos momentos desconocemos las palabras adecuadas para definir esos sentimientos o no acertamos a encontrarlas. Algunas personas tienen más dificultad que otras. Pero hay que apren-der-enseñar a tenerlo presente; aprender-enseñar vocabulario emocional y practicar su expresión. Es conveniente usar con frecuencia sinónimos de felicidad, tristeza, miedo, malestar, ira, amor y amistad. Conocer y reconocer los propios sentimientos, expresarlos y comprender los sentimientos de los demás es imprescindible para desarrollar una buena autoestima, mejorar el autocontrol emocional, mantener unas adecuadas relaciones con los otros y establecer y practicar valores positivos.

Como toda habilidad, la autoobservación y la expresión requieren práctica. El ejercicio principal consiste en concentrarte en lo que sientes, pensar en lo que ha sucedido o está sucediendo para que te sientas así, observar lo que piensas o percibes y buscar nuevas formas de reformular esos sentimientos de manera más relativa, objetiva y positiva. Luego, este ejercicio también nos ayuda a expresarlos más proporcionadamente.

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