Porque existe la necesidad del entrenamiento emocional
La evolución tecnológica de las sociedades humanas ha sido espectacular en los últimos años. Y cada día este progreso se acelera. Los cambios se producen cada vez con màs rapidez, y muchas veces dan la impresión de que aveces no estamos psicológicamente preparados para asumirlos. Existe una idea más o menos generalizada de que los métodos educativos, el conjunto de conocimientos, valores, y actitudes de que disponemos y que utilizamos para enseñar a nuestros menores, no siguen una evolución paralela como deberìa, y de que ésta es una de las causas de que cada día se perciba una mayor conducta agresiva en los jóvenes, mayor consumo de sustancias tóxicas, mayor abandono prematuro de los estudios, mayor cantidad de trastornos psicopatológicos y de más amplia variedad y, en resumen, un mayor sufrimiento. Podríamos decir algo así como que cada día que pasa estamos más lejos del objetivo de los seres humanos: el bienestar físico y psicológico. Si la civilización moderna a pesar de que nos proporciona tantas ventajas y comodidades no ha logrado un mayor grado de felicidad, individual y social, que la que existía o existe en sociedades mas primitivas, entonces debemos poner en duda el valor de los objetivos de esta civilización y de sus bases actuales. En tal caso estamos obligados a replantearnos nuestros objetivos vitales y a buscar nuevas orientaciones más acordes con esos objetivos, más humanas y éticas.
En el tiempo que corre, muchas personas, entre ellas, muchos especialistas, se plantean dudas en relación con la agresividad de nuestra sociedad, principalmente ante ciertos comportamientos protagonizados por niños y jóvenes. Se busca rápidamente al culpable. Últimamente los culpables de la violencia son los juegos de rol, los videojuegos y/o los dibujos anime japoneses, y se realizan investigaciones exhaustivas sin resultados claros. Se interroga sobre la influencia de los medios de comunicación, y de la posible exageración de éstos bajo la clara manipulación informativa, que la hay. Todo eso se plantea en relación con unas emociones que como la cólera, la ira o la rabia, conducen a unas conductas que podrían alertarnos directamente, y quizá por ello nos preocupamos más que en otros casos. Pero las emociones que nos afectan son también muchas otras. A menudo se olvida que, la ira, la cólera y la rabia, como las otras emociones, son consustanciales a nuestro género humano. Así, el comportamiento agresivo o violento es del todo previsible. La influencia de lo exterior siempre es mayor cuanto menor es la educación emocional. Quiza recordemos a aquel niño que se lanzó a volar, tirándose por la ventana tras el estreno de una película con Superman como protagonista, y otros similares. No deben buscarse culpables de tales hechos. Para justificarlo, y con ello quedarnos más tranquilos, no es necesario recurrir a algo tan puntual y, no por triste, banal como echar la culpa solo a la película y al hecho de que ese menor la haya visto. Cierto es que somos influenciables, pero todo es más sencillo: nos hace falta una mejor educación emocional. Del mismo modo nos referimos a las demás emociones y sentimientos.
Aveces nos sentimos prisioneros de nuestras propias emociones sin que podamos manejar nuestra vida ni sepamos cómo hacerlo. Los humanos estamos, emocionalmente hablando, poco menos que en la prehistoria. No hemos caminado mucho más allá que de la acción-reacción por varias y vanadas razones. Uno de los principales motivos, seguramente, ha sido el hecho de no saber cómo aprender, cómo conseguir esa necesaria libertad emocional y cómo liberarnos de las prisiones y tiranías en las que en muchos casos se convierten nuestras emociones y sentimientos. Pero hoy está a nuestro alcance el conocimiento para la mejora en la libertad emocional. Entendiendo esa libertad emocional como un valor, su ejercicio nos reporta una inmensa esperanza de cambio. El objetivo de este blog es precisamente, poner sobre la mesa algo de ese conocimiento.